Estudio y reclamación de las patologías de la edificación

Estudio y reclamación de las patologías de la edificación para un becario.

Es difícil enseñar a un becario la vida,   lo que se hace en un oficio,  trabajo o profesión. Pero me dio una idea para “explicárselo”, -a un recién licenciado que tuvimos- por el hecho que su padre (el del becario) fuera médico. Y entonces le dije, que  hacemos como su padre, el médico (perdonen no es una  comparación, reconocemos que el médico trabaja en lo más preciado, la salud y la vida). Pero sirve para entender. Verás: Tu padre cuando le visita un enfermo, éste le da algunas pistas sobre lo que le duele, la intensidad del dolor, y su localización. Tu padre se fija en la  edad del enfermo, que tiene unos 50 años, -piensa-. Ya no es joven. O por el contrario, piensa que  es demasiado joven para tener lo que padece. Empieza a valorar. Nosotros: Oímos al propietario del edificio o casa, sobre lo que se queja, que tiene grietas el inmueble, que pasa excesivo frío, que  tiene humedades, filtraciones de agua en los sótanos,  o que  tiene problemas de accesibilidad a los garajes, que sufre unas curvas muy pronunciadas, o estrechas, y pendientes infernales, para el acceso a  esas plazas, o  son demasiado pequeñas para aparcar su coche,  y  también le preguntamos por la edad del edificio. Pero a tu padre no le basta lo que le diga el paciente, tiene que reconocerlo, tocarlo, auscultarlo. Nosotros también. Vamos a ver el edificio, a comprobar que lo que nos han dicho es así, y ver si hay más cosas que no nos ha dicho el propietario. O descartamos datos o daños que no tienen importancia. Hacemos fotos, y le ponemos cara al edificio enfermo. A continuación tu padre le manda al enfermo análisis de todo, hemogramas, glucosa, colesterol, sedimentos, antígenos, una ecografía, y si es necesario una resonancia o un scanner. Sobre los resultados, tu padre descarta, los diagnósticos que son  imposibles que  sean, y se centra en los que según los análisis pueden ser. El círculo se va cerrando. Pueden ser varias las causas, dos, o una sola cosa. Nosotros,  ponemos testigos, o medimos con láser la inclinación y horizontalidad del edificio, hacemos fotos de lo que vemos, con cámaras normales, y con  termo gráficas de lo que no se aprecie a simple vista, analizamos químicamente el agua que aparece, estudiamos el proyecto, el informe geotécnico que se hizo, comparamos la realidad con lo proyectado. Lo que debería tener y no tiene la edificación, o lo que se debería haber hecho según el proyecto y no se hizo. Sobre los daños que se constatan, se discriminan si provienen por la culpa del Arquitecto, del Aparejador, del Constructor, (pues el Promotor es casi siempre solidario), y si por el tiempo que tiene la construcción,  a alguno de ellos todavía se les puede  exigir responsabilidad. Catalogamos los daños en graves, o leves, y vemos si su tiempo de reclamación es de 10 años,  3, 1 año, o seis meses.  El círculo se va cerrando y sólo quedarán los daños que son  reclamables. Entonces en el caso de tu padre, él decide con todos los datos, actuar, poner un tratamiento sobre el mal que padece el enfermo, u opera directamente, para sanar al enfermo. Y nosotros, en base a los daños, -ya reflejados en un dictamen pericial- si esos daños no están caducados o prescritos, los encajamos en la LOE, o en el código civil, e interponemos una demanda judicial para que sus responsables respondan y se subsanen los daños. Así de sencillo y a la vez tan complicado. Efectivamente, ese es, el argumento;  pero con las cosas,  muchas se solucionan,  y otras lamentablemente se complican, aunque  salen. Y en otras,  ya no se puede hacer absolutamente nada. Así es la vida.